Este pasado jueves, 9 de
mayo, se celebraba el Día de Europa, una conmemoración que para los socialistas
constituía una oportunidad para reivindicar los valores que inspiraron a este
proyecto y que, hoy por hoy, parecen en parte olvidados: democracia, paz,
libertad, justicia social, progreso y, hoy más que nunca, solidaridad.
El sentimiento europeísta
del PSOE sigue siendo fuerte y constituye una seña de nuestra identidad política,
pero también es cierto que el rumbo actual de sus políticas merece una dura
crítica.
La crisis esta poniendo a prueba
a las instituciones y la imagen y el
grado de confianza que los ciudadanos manifiestan respecto a la UE está en uno
de sus momentos más bajos. ¿A qué se debe este descrédito, porqué se ha
agudizado el malestar ciudadano respecto a las instituciones comunitarias
precisamente en este momento? La respuesta está precisamente en la falta de
respuesta a los graves problemas que vive la ciudadanía.
Europa persiste en el error
de recetar duros ajustes como una medicina contra la crisis. ¿Sirve para algo
tanto recorte? Los datos demuestran que
esta política sólo está consiguiendo castigar a las familias, a las clases
medias, estrangular
nuestro crecimiento y dejar sin expectativa de empleo a millones de personas.
Es preciso un revulviso, un
cambio de rumbo, un giro en la política dictada por la mayoría conservadora que
gobierna las instituciones y que antepone los mercados a los ciudadanos y
ciudadanas.
La Europa que queremos debe
mostrar una mayor sensibilidad ante la
realidad dramática de muchas personas. Porque una Europa que se preocupa más
por salvar a los bancos que por proteger a la ciudadanía es una Europa
desalmada y sin rumbo.
Por ello, es preciso un cambio urgente, antes de que la ola de
euroescepticismo que recorre Europa acabe por derribar el proyecto común que
con tanto esfuerzo hemos logrado construir.
La Europa que queremos es
una Europa que escuche a los ciudadanos, que se ponga en su lugar, que brinde
oportunidades y sea sinónimo de futuro.
La Europa que no queremos
es la que se manifiesta en contra de medidas justas y con un hondo compromiso
social, como el Decreto de Vivienda de la Junta de Andalucía.
La Europa que no queremos
es una Europa autista ante la realidad durísima que padecen muchas familias.
Hay otra
manera de dar respuesta a la crisis, y no nos cansaremos de repetirlo y de
demostrarlo. Y vamos a poner todo nuestro empeño, desde Andalucía, desde el
Sur, para que se oiga fuerte otra voz en Europa.
En 2014 tendremos una oportunidad para intervenir, de manera
directa, en la definición de esa Europa que queremos, votando en los comicios
europeos por una Europa que apueste decididamente por el crecimiento y al
empleo; por la unidad frente
a la división, avanzando en una verdadera integración económica, fiscal y
social; y por dotar al proyecto europeo de una dimensión democrática renovada
en todos sus niveles que permita avanzar hacia la unión política.
En definitiva, una Europa social y ciudadana. Porque esa es la
Europa que queremos.
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