Fue, como suele decirse, un acto fallido. “No hagáis nada de qué avergonzarnos”. Con estas palabras se dirigía ayer Rajoy a los suyos para pedirles “gestos” de cara a la galería en lo relativo al uso del dinero público.
Sí, Rajoy está preocupado. Son muchos los temores de Rajoy y ayer dejó entrever uno de ellos. Ayer pidió contención, o lo que es lo mismo, que los suyos repriman o moderen ese rasgo instintivo de la derecha hacia el abuso de poder en el ejercicio de lo público, el gusto por el despilfarro, y la búsqueda del beneficio económico por encima de todo.
Porque Rajoy conoce muy bien su partido, y teme que, instalados en la euforia y el triunfalismo, cobijados en las instituciones, afloren esas conductas que parecen formar parte de su código genético: autoritarismo, nepotismo, corrupción…
“No hagáis nada de qué avergonzarnos”, pidió Rajoy a su partido. Pero ¿qué es lo que podría avergonzar a este partido? De momento, no hemos oído que sientan vergüenza por la actuación del expresidente valenciano, Francisco Camps, sino más bien lo contrario.
No olvidemos que Rajoy le prometió a Camps que “Siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado”, porque “Creo en ti y en lo que haces; te he visto actuar. Gracias Paco”.
Otro que tampoco se avergüenza es Arenas, que sin sonrojarse lo más mínimo afirmó que “Gobernar es imitar a Francisco Camps” porque “Camps es un persona profundamente austera y honesta”.
Pero la guinda la puso, como suele hacer, Mayor Oreja, para quien 'Camps es el más honorable de todos los valencianos y españoles'.
Rajoy debió aclarar a los suyos que actitudes considera vergonzosas y cuáles no. Su tibieza ante el caso “Gürtel”, su indefinición ante comportamientos tan deplorables, puede ser un peligroso caldo de cultivo.
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