sábado, 13 de septiembre de 2014


LA TENTACIÓN AUTORITARIA DEL PP

La crisis económica que padece nuestro país está teniendo unas repercusiones que van más allá de lo puramente económico y social y que afectan de lleno a la propia arquitectura de nuestro sistema democrático.

La situación económica ha sido la excusa perfecta, la gran oportunidad histórica que ha encontrado la derecha para imponer su visión de España y del Estado Español.  Y lo está haciendo, aplicando permanente el rodillo y actuando de manera despótica.

Desde que gobierna el PP, han aflorado los instintos depredadores de la derecha hacia el Estado Social, en forma de maltrato económico, imposición de recortes de derechos sociales, y limitaciones a las libertades civiles.  Decisiones que han provocado una fuerte reacción ciudadana, en forma de mareas, de plataformas y de iniciativas ciudadanas.

Y ante esta reacción social, el PP ha empezado a ponerse nervioso, muy nerviosos. Los resultados en las elecciones europeas han hecho saltar las alarmas en la calle Génova. Y una vez más, el PP ha caído en la tentación autoritaria, planteando un cambio de la Ley Electoral a pocos meses de unas elecciones.

Este intento por cambiar las reglas de juego, tenía una razón: El PP sabe que en las próximas citas electorales va a perder poder municipal y poder autonómico, y que de ese modo, se estarán creando los cimientos de la gran derrota de las políticas de la derecha.

En vez de escuchar a la ciudadanía, en vez de gobernar para ellos, en lugar de corregir y reorientar las líneas de su acción política, la respuesta de la derecha ha sido, una vez más, caer en la tentación autoritaria.

 El intento de imponer un sistema de elección en el ámbito municipal sin acuerdo político y a pocos meses de las elecciones municipales es peligroso y, sobro todo, muy perjudicial para la salud de nuestra democracia.

Con este cambio, que de momento parece que van a aparcar, la derecha trataba de deslegitimar la democracia municipal. Por primera vez en la historia de nuestra democracia querían clasificar el voto, que hubiera votos que valieran más que otros. Votos mayoritarios y votos que no lo son. Por primera vez los alcaldes no saldrían de la decisión de la mayoría de los ciudadanos, y por lo tanto, serían alcaldes ilegítimos, alcaldes sin la legitimidad democrática, sin el respeto y sin la consideración de sus vecinos.

Desde el PSOE estamos dispuestos a hablar de cualquier cosa que mejore la democracia en nuestro país, es más, es algo que están demandando los ciudadanos, de manera contundente, pero siempre que ese debate se produzca en un marco de diálogo y dentro del entendimiento entre las fuerzas políticas.

Así lo hemos expresado en los contactos que, a nivel nacional, se han producido en torno a esta materia.  El camino no es, desde luego, el que empezó el PP, amenazando con imponer los cambios, de forma unilateral, sin poner sobre la mesa su propuesta, generando confusión, incertidumbre…

En aras al bien general, los socialistas no estamos en contra de reformar lo que haga falta. Y más si estamos hablando de la legislación electoral y si con su modificación podemos dar respuesta al ansia ciudadana de más y mejor democracia, representatividad y estabilidad de las instituciones. Pero siempre que se trata una materia tan delicada, hay que garantizar el diálogo, la participación, buscando el máximo consenso posible para garantizar así la mayor legitimidad democrática. Habría mucho que analizar, mucho que profundizar, que hablar y valorar para medir la idoneidad, el sentido y las consecuencias de una modificación de este marco legal.

Porque cuando se trata de cambiar las reglas de juego, la mayoría no es suficiente. El abuso de la mayoría absoluta puede convertirse en absolutismo.

Desde el PSOE de Andalucía, entendemos que hay cuestiones infinitamente más urgentes, que responden al interés general y que deberían ser prioritarias en la agenda política.

Dice la derecha que el cambio que plantean responde un clamor popular, pero  lo que España está pidiendo a gritos es empleo, y que se acaben los recortes de derechos en nuestra sociedad. Ése es el clamor que hay en la calle y no que se lleve a cabo una reforma que es una auténtica cacicada.

También en este ámbito, el del empleo, el PP se ha comportado de un modo despótico, se ha valido de su mayoría absoluta para imponer una reforma laboral salvaje, que ha empobrecido a los trabajadores, recortando salarios y derechos, y despojándolos de un instrumento muy valioso, la negociación colectiva.

El PP sigue sin darse cuenta de que el pacto más urgente en nuestro país debe tener como eje central el empleo y la reactivación económica.

Finalmente, gracias a la respuesta ciudadana y a la posición firme del PSOE, la reforma electoral del PP va a quedarse en el cajón. Pero sólo el mero hecho de haber intentado alterar las reglas del juego de este modo, es muy grave y constituye una señal de ese autoritarismo latente que pervive en el PP.

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